El árbol de la esperanza

Imagen: Gingko biloba de 1400 años ubicado en el templo budista de Gu Guanyin.

Imagen: Gingko biloba de 1400 años ubicado en el templo budista de Gu Guanyin.

“Exactamente a las ocho y quince minutos de la mañana, el 6 de agosto de 1945, hora japonesa, en el momento en que la bomba atómica destelló sobre Hiroshima…” Así empieza Hiroshima, el clásico del periodismo, escrito por John Hersey. En su trabajo se retrata el caos producido por el lanzamiento de la primera bomba atómica sobre una zona habitada, el lanzamiento, ordenado por Harry S. Truman, presidente de los Estados Unidos, Se estima que, solo con el impacto inicial, causó la muerte a 120.000 personas, la devastación superó los 10 km de radio dentro de los cuales prácticamente todo quedó arrasado. Milagrosamente, un ejemplar de Ginkgo biloba, situado en un templo a escasos 1000 metros del epicentro de la explosión, logró brotar la primavera siguiente. Y lo sigue haciendo cada primavera desde entonces. Se le conoce como Hosen-Ji, el árbol de la esperanza.

Es por ello que, en Japón, este y otros ginkgos supervivientes a la explosión se han ganado el apodo de Hibakujumoku y se les venera aún más, si cabe, que antes.  Hibaku significa bombardeado y jumoku, se traduce como árboles. Se han establecido como símbolos de la resistencia a la adversidad y de la vida por encima de la muerte.

Como los denominó Darwin, los ginkgos son «un fósil viviente” que no padece plagas ni enfermedades porque ha sobrevivido a todas ellas. Se estima que su existencia se remonta al periodo Triásico (hace 250 millones de años). Son algo así como una reliquia botánica que fue descrita por primera vez en 1691 en Japón. Hasta ese momento había fósiles de sus hojas, pero no se conocía ningún ejemplar vivo. Parece que, aunque se extinguió en la naturaleza, al ser un árbol sagrado para el budismo, algunos templos hicieron esfuerzos para conservarlo. Permitiendo así que una de sus especies, el Ginkgo biloba, haya conseguido llegar a nuestros días.

También son ampliamente conocidas en la medicina tradicional china sus propiedades como vasodilatador cerebral, antivaricoso y por aportar beneficios en el tratamiento de los problemas de memoria y la alteración de las funciones cognitivas asociadas al envejecimiento.

Ya hemos puesto a prueba el instinto de supervivencia de esta y muchas otras especies, tal vez, ya no hace falta volver a hacerlo más.

 

Jordi Cuyàs Sierra

CTO Belloch Forestal