Especies autóctonas y alóctonas

imagen: Jordi Cuyàs Sierra

La naturaleza no es estática aunque a ojos humanos pueda parecerlo. Los sistemas naturales son dinámicos al estar condicionados por procesos exteriores a ellos. La dispersión de las especies, por ejemplo, es uno de dichos procesos, y guarda íntima relación con las poblaciones que forman los sistemas biológicos de un territorio. Analizando el origen de las especies que habitan en el nuestro podemos comprobar que la mayoría no son endémicas, autóctonas, no son nativas de aquí sino originarias de otros puntos del planeta, alóctonas, y sólo más tarde han alcanzado estas tierras mediante un proceso dispersivo. Incluso las especies que hoy llamamos endémicas, en la mayoría de los casos han evolucionado a partir de especies venidas de lugares remotos.

Muchos animales influyen en los procesos de dispersión de las especies vegetales. Y ciertamente la especie humana ha sido históricamente una gran modeladora del paisaje, trasladando especies de orígenes variados de aquí para allá, en provecho propio.

Escribo estas líneas en la zona de Barcelona y tras mi ventana veo un magnifico albaricoquero (Prunus armeniaca) que es una especie originaria de China. A su lado un níspero (Eriobotrya japónica) que también fue importado del lejano oriente. Más hacia la derecha encuentro el prolífico limonero (Citrus x limón) que introdujeron en la península los musulmanes en el siglo VIII d.C. Detrás, un manzano (Malus domestica) cuyo origen sigue en debate, aunque parece ser de Asia menor. Recubriendo el cercado hay varias parras de uva (Vitis vinífera) cuyo cultivo empezó en Mesopotamia hace unos 5.000 años, o incluso antes. Los olivos (Olea europea) que llenan los campos cercanos parecen también provenir del Asia menor.

Ahora me fijo en el entramado de cañas (Arundo donax), especie asiática que sostiene las tomateras (Solanum lycopersicum) nativas de Centroamérica y México. Al lado las berenjenas (Solanum melongena), introducidas en nuestras huertas desde el sudeste asiático, veo pepinos (Cucumis sativus) procedentes de la India, sandias (Citrullus lanatus) africanas, etcétera. Ninguna de ellas es endémica de la península ibérica. ¿Y autóctona? Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE) “una especie autóctona es aquella que vive o vegeta y se reproduce de forma natural y tradicionalmente dentro de su área de distribución natural”. Porque, ¿acaso el olivo que veo desde mi ventana puede ser ya considerado como una especie autóctona o sigue siendo alóctona (que según la RAE sería sinónimo de exótica)?

Las sutiles líneas que separan la clasificación de una especie como autóctona o alóctona, la tendencia de la humanidad a importar especies en beneficio propio, y la movilidad intrínseca de la naturaleza ante entornos en evolución, nos han movido en Belloch Forestal a realizar una selección de nuevas especies con características interesantes para enverdecer nuestras ciudades mediterráneas, teniendo en cuenta, entre otros parámetros, las cambiantes condiciones climáticas, las características invasivas de las especies y los gastos públicos de mantenimiento. Alóctono no es biológicamente malo o pernicioso, ni peor que autóctono. Las especies alóctonas, escogidas con esmero, mejoran nuestra biodiversidad y pueden contribuir significativamente a nuestro bienestar.

 

Jordi Cuyàs Sierra 
CTO Belloch Forestal